Hola este Blog lo hicimos pensando en nuestra Área de Educación Para el Trabajo en donde nuestra intención es abrir un espacio para el intercambio de reflexiones, observaciones y opiniones sobre temas relacionados con el análisis social en general de nuestra I.E como datos importantes de la Congregación Hermanas Misioneras Dominicas del Rosario.
En esta página publicaré los escritos que exigen desarrollos largos, dedicaré este espacio a comentarios dedicados a la coyuntura, o a desarrollos sociales.
En esta página publicaré los escritos que exigen desarrollos largos, dedicaré este espacio a comentarios dedicados a la coyuntura, o a desarrollos sociales.
Y en la medida en que mis actividades laborales me lo permitan, participaré de cada plan de trabajo que se proponga.
Espero que este blog sirva a estos fines.
CONGREGACIÓN HERMANAS MISIONERAS DOMINICAS DEL ROSARIO-
100 AÑOS DE SU LLEGADA A PUERTO MALDONADO
Somos una congregación misionera formada por hermanas de 22 nacionalidades y presentes en 21 países del mundo. Creemos en la fraternidad universal, confiamos que es posible construir otro mundo desde la diversidad y desde la riqueza de cada pueblo, comunidad y persona, por ello vivimos en pequeñas comunidades compartiendo la vida y la misión.
Buscamos en comunidad fraterna, por medio del estudio y la oración, las luces necesarias para descubrir la presencia de Dios en medio de nuestra realidad, reconociendo las señales de vida y las sombras que atraviesan nuestra humanidad herida.
Es la Palabra de Dios la que nutre nuestro compromiso por el Reino e impulsa nuestras iniciativas y proyectos, es la fuente de nuestra predicación, anuncio y denuncia.
En 1918 nace la nueva Congregación, fruto del Espíritu, del esfuerzo, y del amor que experimentaron nuestros fundadores por los pueblos originarios, de manera especial por las mujeres y la lucha por su dignificación.
Desde el río Madre de Dios fluyó la vitalidad de nuestro Carisma hacia China, luego nos fuimos extendiendo por diversas latitudes, teniendo como único móvil compartir nuestras vidas con los empobrecidos y acompañarlos en los procesos de liberación.
Buscamos en comunidad fraterna, por medio del estudio y la oración, las luces necesarias para descubrir la presencia de Dios en medio de nuestra realidad, reconociendo las señales de vida y las sombras que atraviesan nuestra humanidad herida.
Es la Palabra de Dios la que nutre nuestro compromiso por el Reino e impulsa nuestras iniciativas y proyectos, es la fuente de nuestra predicación, anuncio y denuncia.
En 1918 nace la nueva Congregación, fruto del Espíritu, del esfuerzo, y del amor que experimentaron nuestros fundadores por los pueblos originarios, de manera especial por las mujeres y la lucha por su dignificación.
Desde el río Madre de Dios fluyó la vitalidad de nuestro Carisma hacia China, luego nos fuimos extendiendo por diversas latitudes, teniendo como único móvil compartir nuestras vidas con los empobrecidos y acompañarlos en los procesos de liberación.
Carisma
Evangelizar a los pobres en aquellas situaciones misioneras donde la Iglesia más nos necesite.
MISIONERAS
Somos una congregación misionera formada por hermanas de 22 nacionalidades y presentes en 21 países del mundo.
Somos Mujeres creyentes unidas por el sueño de Jesús, de una humanidad reconciliada, nuestras comunidades están insertas especialmente en el corazón de los pueblos empobrecidos para anunciarles la Buena Noticia de la liberación de toda esclavitud y opresión.
Creemos en la fraternidad universal, confiamos que es posible construir otro mundo desde la diversidad y desde la riqueza de cada pueblo, comunidad y persona, por ello vivimos en pequeñas comunidades compartiendo la vida y la misión.
Creemos en el potencial liberador de las mujeres, manantial de vida y belleza, tejedora de nuevas relaciones entre los seres humanos, samaritanas al lado del que sufre, defensoras de la vida amenazada.
DOMINICAS
Buscamos en comunidad fraterna, por medio del estudio y la oración, las luces necesarias para descubrir la presencia de Dios en medio de nuestra realidad, reconociendo las señales de vida y las sombras que atraviesan nuestra humanidad herida.
Es la Palabra de Dios la que nutre nuestro compromiso por el Reino e impulsa nuestras iniciativas y proyectos, es la fuente de nuestra predicación, anuncio y denuncia.
DEL ROSARIO
En María reconocemos a la discípula fiel, a la mujer orante, trabajadora, que construye fraternidad, disponible, que sale de sí para amar. Atenta al proyecto de Dios en la historia, que canta y celebra porque El “levanta a los humildes y a los hambrientos colma de bienes”, ella es quien inspira nuestra misión, potenciando en nosotras la ternura y el cuidado que como mujeres desplegamos en el acompañamiento a las personas desde su diversidad cultural y religiosa.
HISTORIA
Nacimos en el año 1918 en la Amazonía peruana, junto al río Madre de Dios. El grito de los pueblos originarios no dejó indiferente a Monseñor Ramón Zubieta, nuestro fundador, quien con audacia misionera se insertó en el corazón de la selva y desde allí descubrió las urgentes necesidades de las comunidades y la injusticia que sufrían por quienes explotaban el caucho.
Monseñor Zubieta confía en el poder transformador de la mujer cuando es formada y su dignidad levantada, es así como llevado por este deseo viaja a España y solicita a hermanas Dominicas que le acompañen en esta misión. Madre Ascensión Nicol junto a otras hermanas responde a este llamado y se transforma en la primera mujer que incursiona en la selva peruana, es allí donde descubre su nueva vocación al contacto con las mujeres y los niños y niñas, a quienes educa y con quienes comparte la vida y las faenas cotidianas.
En 1918 nace la nueva Congregación, fruto del Espíritu, del esfuerzo, y del amor que experimentaron nuestros fundadores por los pueblos originarios, de manera especial por las mujeres y la lucha por su dignificación.
Desde el río Madre de Dios fluyó la vitalidad de nuestro Carisma hacia China, luego nos fuimos extendiendo por diversas latitudes, teniendo como único móvil compartir nuestras vidas con los empobrecidos y acompañarlos en los procesos de liberación.
Fundadores
Monseñor Ramón Zubieta
Misionero en Filipinas
“Ay de mi si no evangelizara”
Ramón Zubieta ansioso de predicar, vive su primera experiencia misionera en Filipinas, es un misionero abierto, une la fe y la promoción humana, desea encarnarse y conocer la cultura de las comunidades a las cuales se enfrenta, aprende sus lenguas y costumbres, dedica largo tiempo a dialogar con ellos, impulsa la promoción de la salud, la educación, mejoramiento en el cultivo. Producto del movimiento de independencia que se vivía en la región es tomado preso junto a otros compañeros sufriendo hambre, tortura, finalmente es liberado.
Misionero en la Selva Amazónica
“Hay en esta región otra riqueza que es para el misionero más apreciable: las innumerables tribus que pueblan los valles”
Misionero y profeta
“Saben los nativos que el misionero no será si su dueño, ni su patrón, sino su padre cariñoso, que los protegerá contra todos los abusos de que son objeto en muchos lugares, donde no hay más autoridad que la fuerza bruta”
Un Misionero que valora el aporte femenino en la misión
“Me conmovió profundamente la situación de la mujer en la selva. Desde ese momento se me clavó en la mente y en el corazón la idea de remediar tanta vileza y no veía otra manera de introducir en el apostolado de la Montaña la colaboración de religiosas”
Un misionero creador de comunión
Ramón Zubieta es un hombre profundamente comunitario, capaz de convocar, acompañar, entusiasmar y alentar la creatividad y esfuerzos comunes. Propiciaba la vida fraterna, trataba de unir a la comunidad de misioneros para tener una mirada conjunta en el proyecto misionero.
Un misionero con una espiritualidad encarnada
“No les hablo de la oración de quietud, de unión, eso queda para espíritus contemplativos, tranquilos y sosegados; mi alma templada en los sufrimientos de toda clase, de tribulaciones se contenta con unirse a Dios cumpliendo su Divina voluntad.”
Un misionero con mirada de futuro
“Creo de tan trascendental importancia la Obra que tenemos a nuestro cargo, que me parece que es lo único bueno que he hecho en la vida”
Madre Ascensión Nicol Goñi
Una mujer que deja su tierra y seguridades
“No sentí grandes entusiasmos…sólo una fuerza irresistible me llevó a ofrecerme…”
Una mujer que se atreve a entrar en la selva peruana
“Hemos experimentado durante el viaje grandes consuelos, sobre todo al considerar que éramos las primeras mujeres que los recorríamos…”
Una mujer que comparte su vida con los pueblos originarios
“El 24 de Octubre se nos murió una mujer de la tribu de los Machiguengas, madre de una niñita que tenemos en el internado”
Una mujer que experimenta a Dios en la misión vivida en medio del pueblo
“Nunca me he sentido tan cerca de Dios como en los diez y seis meses de Selva, y es cuando con más claridad he conocido que el Señor no se deja vencer en generosidad”
Una mujer que cree en las mujeres y las educa
“Hoy acaban de traerme una niña de Río Piedras y me anuncian otra más, que ya forman una buena aunque abigarrada clase”
Una mujer que gesta un nuevo proyecto
Ascensión junto a Monseñor Zubieta deciden fundar una nueva Congregación, cuyo nombre sería Misioneras Dominicas del Santísimo Rosario, así el Carisma suscitado por el espíritu, de evangelizar a los más abandonados y necesitados de instrucción cristiana tendría continuidad.
Una mujer que traspasa fronteras
“… a pesar de todo no sé qué especie de bienestar y consuelo se siente en China, que una no quisiera salir de ella”
Una mujer humana, comunitaria y fraterna
“Aspiro a hacer felices a los seres que en mutua unión han de vivir conmigo”
Rasgos
Nos congrega un Carisma especial “Evangelizar a los pobres en aquellas situaciones misioneras donde la Iglesia más nos necesite”
Al igual que nuestro Maestro, Jesús de Nazareth, quien se hizo pobre y dedicó toda su existencia a servir a los preferidos de Dios, nosotras acogemos esta misión como regalo que nos compromete a compartir nuestra vida con los más pobres, acompañando sus esperanzas, luchas y sufrimientos.
➤Misionera: En un mundo en que hombres y mujeres dejan sus pueblos, nosotras nos sentimos enviadas a romper fronteras y diferencias, porque creemos en la presencia de Dios en cada pueblo, en la diversidad de búsquedas y horizontes, tenemos la esperanza de una humanidad de cielos nuevos y tierra nueva.
En un mundo en que la vida se niega a miles de personas por la falta de alimento, educación, identidad y libertad, nosotras al igual que Jesús nos comprometemos en la tarea de la liberación integral de nuestros pueblos, anunciando y celebrando la presencia salvadora de Cristo.
Desde el contacto profundo con Dios que quiso hacer su morada entre nosotros, nos solidarizamos con los pueblos que sueñan con un mañana más luminoso, con cada ser humano que busca, cree y trabaja por una vida más digna y justa, con toda cultura que guarda innumerables riquezas y es habitada por las semillas del Verbo.
Descubrimos en María un referente importante en nuestro discipulado, la mujer fiel, valiente, que canta y se alegra por la presencia de Dios en su historia y en la historia de su pueblo.
El silencio es el espacio en el que Dios nos habla, es la experiencia que nos unifica y nutre nuestro proyecto de vida, como Domingo queremos hablar con Dios y de Dios a los demás.
Buscadora de la Verdad: Es el estudio descubierto como “manantial de esperanza” el que nos permite como comunidad buscar la verdad, necesitamos escudriñar la Palabra de Dios y las ciencias humanas, nos formamos responsablemente para servir mejor.
Nuestra espiritualidad nos invita y urge a potenciar nuestro ser de mujeres, conscientes de la riqueza que nos habita y de la explotación que sufren muchas mujeres en el mundo, es por esto que nos sentimos solidarias con las mujeres que luchan y trabajan por defender y cuidar la vida.
Nuestras Mártires del Congo
“Nuestro camino es el de Dios, y si hemos de morir, moriremos pero no podemos abandonar la misión”
Las Misioneras Dominicas hemos experimentado en carne propia la gracia del martirio: ofrendar la propia vida por la causa de los pobres, que es la causa de Dios.
Nuestras cuatro hermanas mártires, María Justa, María del Buen Consejo, María Cándida y María Olimpia, dieron testimonio del profundo amor que las vinculaba al pueblo, su fidelidad a Dios se vistió de nombres y rostros concretos de quienes cuidaban día a día en su trabajo de enfermeras, a quienes acompañaban y educaban en la fe. Día y noche lucharon por la vida de los demás, comprometidas totalmente, de tal forma que no quisieron abandonar su misión, aún teniendo la posibilidad de hacerlo.
Estas cuatro mujeres abrazaron su vocación misionera encarnándose en el pueblo congoleño, el cual vivía una realidad política y social compleja. La misión de Stanleyville se abrió en Marzo de 1960, y tres meses después el país declaró su Independencia del dominio Belga. Fue un tiempo de mucha confusión, lo cual se convierte en caldo de cultivo para la manipulación ideológica. La salida de los colonos paraliza la industria, la violencia y el caos se instalan en la región, la muerte de algunos líderes locales y la confrontación entre facciones rebeldes y militares agudiza la crisis.
Nuestras hermanas deben pasar múltiples necesidades, faltan de recursos para atender a los enfermos y sin embargo la solidaridad del pueblo las reconforta: “La Providencia vela por nosotras; así como hacemos algo por los pobres, así también recibimos la recompensa. Una vez es una mujer que nos trae plátanos, otra una gallina y así… el Señor vela por sus misioneras”.
El 4 de agosto comienza un tiroteo que parece venir de la derecha del río Congo (la misión estaba a la izquierda). Se dice que los rebeldes entraron en Stanleyville, los disparos llegan hasta la misión. Pero las hermanas a pesar de la inseguridad, continúan su labor dentro de las posibilidades que tienen en ese momento, ya que el personal de salud es escaso y los trabajadores del hospital no acuden. La pregunta que resuena en sus corazones es: “¿Cómo abandonar a los enfermos? ¿Cómo abandonarlo todo y ponerse a salvo?”.
El 7 de agosto llegan los simbas a Stanleyville y se desencadena una masacre. Matan soldados, policías y a quienes no son de su partido. Las misiones son continuamente hostigadas. Desde el 14 de septiembre algunos misioneros son encarcelados, y hasta el 24 de noviembre, todos los misioneros prácticamente son concentrados en la ciudad. Las religiosas estaban en la casa de las franciscanas y los misioneros en la posta de policía, más tarde todos serían reunidos en este lugar.
El 24 de noviembre, los países involucrados en el conflicto junto con la ONU prepararan la intervención. Los prisioneros son obligados a bajar a una bodega, allí se encuentran 3 sacerdotes, 5 hermanos, 12 religiosas, 1 pastor, 1 colono y una familia que estaba en otra habitación. Desde la prisión se oyen los aviones y el combate. Las fuerzas de intervención son alejadas con los disparos de los simbas, por lo que la posibilidad de rescate de los prisioneros fue imposible.
Nuestras hermanas sufrieron todo tipo de torturas y vejámenes a su dignidad femenina, sin embargo aún tienen fuerzas para consolar y cuidar a los niños de la familia que estaba prisionera, ya que su madre estaba herida. El día 25 de noviembre se les obliga a alinearse junto a las paredes, los hombres a un lado y las mujeres a otro. Allí abren fuego y los fusilan. Nuestra hermana Olimpia, antes de ser decapitada toma su anillo y el de Justa y lo entrega a un hermano congoleño para que los entregue a su familia.
Nuestras mártires se solidarizaron con el calvario del pueblo africano, y su sangre no ha sido derramada en vano. Nosotras nos sentimos responsables de su legado y como dice una frase del mártir Monseñor Mee Muzihirwa: “La mejor manera de llorar por un amigo es continuar cultivando su campo”. Queremos seguir cultivando nuestro amor por el pueblo africano en sus luchas y anhelos de liberación, de un mañana más justo y digno.
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